Afilada



Amiga cuchilla que por mi piel resbalas, perdóname, juro que actué sin pensar en las consecuencias. Pienso detalladamente en todo lo que ocurrió y soy incapaz de encontrar una respuesta clara a las preguntas que me formulas. Lloras y me haces llorar, vuelves tu filo hacia mis venas y como si no fuera contigo juegas a ver la sangre que de ti se esconde. Aplaudes, sabes lo que viene después y te gusta, sí, te gusta. Vacilas con continuar pero ambos sabemos que ya no puedes parar y esbozas un dibujo nuevo, algo único nunca visto antes, te atreves a cambiar de paradigma sin consultar. Respiras. Agotas mi paciencia y recargas mis embotados sentidos a continuación. Susurras. Eres infranqueable, un muro enorme con guardias armados cada diez metros. Controlas la situación. Escupes al miedo y no dudas en castigarme si me porto mal. Aprendes y a veces incluso me enseñas. En las noches más oscuras me muestras tus artes y me pides olvidarlas a la mañana. Te enfrentas al destino y apagas mil fuegos. Desnudas con fuerza a mi ser y desnudos miramos por la ventana. Aguantas. Siempre formal, siempre diferente, siempre tú. Pero dime amiga mía ¿duele?

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