Paraguas

A la mayoría, no nos gusta mojarnos. Salimos a la calle tapados con nuestros abrigos, bufandas... y cuando llueve sacamos a relucir nuestros paraguas, artilugios de acero, plástico y tela destinados a protegernos de la lluvia. Pero cada paraguas es un mundo, una realidad distinta, una determinada personalidad, una forma de vivir que en los días soleados guardamos bajo llave en el armario y que solo mostramos los días de lluvia. Habrá quienes pasen (o digan pasar) del tema, otros los tendrán sofisticados y enormes, que abarcan mayor superficie y se mojan menos y como no, algunos los tendrán agujereados, aunque no se den cuenta, mojándose irremediablemente cada vez que llueve. De infinitas maneras y colores, bajo un mismo cielo húmedo y gris se mueven de aquí para allá, no preguntan, no preguntes, llaman la atención, pasan de largo y hasta sonríen y nos alegran el día. Aunque al final de la tormenta cuando sale el sol, vuelven a esconderse, todos iguales, esperando ya al próximo chaparrón.

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