A la mayoría, no nos gusta mojarnos. Salimos a la calle tapados con nuestros abrigos, bufandas... y cuando llueve sacamos a relucir nuestros paraguas, artilugios de acero, plástico y tela destinados a protegernos de la lluvia. Pero cada paraguas es un mundo, una realidad distinta, una determinada personalidad, una forma de vivir que en los días soleados guardamos bajo llave en el armario y que solo mostramos los días de lluvia. Habrá quienes pasen (o digan pasar) del tema, otros los tendrán sofisticados y enormes, que abarcan mayor superficie y se mojan menos y como no, algunos los tendrán agujereados, aunque no se den cuenta, mojándose irremediablemente cada vez que llueve. De infinitas maneras y colores, bajo un mismo cielo húmedo y gris se mueven de aquí para allá, no preguntan, no preguntes, llaman la atención, pasan de largo y hasta sonríen y nos alegran el día. Aunque al final de la tormenta cuando sale el sol, vuelven a esconderse, todos iguales, esperando ya al próximo chaparrón.
Estábamos el otro día mi amigo Pepe y yo sentados en un banco de los jardines del hospital. Eran nuestros 15 minutos de descanso y aprovechando para llevarnos algo a la boca y recuperar energía, Pepe, que es un tio estupendo, reflexivo se me quedó mirando, y mientras engullía un pedazo de fruta me suelta: — ¿No crees que en realidad somos pocos humanos racionales en una sociedad repleta de NPCs en modo automático? (NPC del mundo de los videojuegos significa personaje no jugador). Tras un momento de silencio, en el que interiorizaba el asunto que preocupaba a mi amigo le contesté casi sin pensar demasiado: — Eso no puede ser, todos tenemos consciencia en mayor o menor medida ¿no? — Puede ser, pero es que me he dado cuenta de que hay mucha gente que no analiza las cosas que hace, está totalmente en modo automático por el mundo ¿Y sabes que muchos no tienen "voz interior"? Me quedé pensando acerca del asunto, puede que Pepe tuviera razón y haya un porcentaje de gente ...
Ya solo quedan cuatro días, cuatro largos e intensos días de estudio, cuatro días para terminar ya por fin los exámenes de la segunda evaluación. Debo continuar hasta el final, sin descanso, darlo todo para recoger al final la recompensa, pero es duro, y a veces flaquean las fuerzas y las ganas, sobre todo cuando llevas ya semanas estudiando a tope, pero es lo que hay, con ganas o sin ellas hay que darlo todo y en un intento de automotivación escuchar a Freddie Mercury, cantando esta mítica "The show must go on" me toca dentro y me afloran fuerzas y ganas de continuar de donde solo había dudas y cansancio. A fuego con las tres que me quedan...=) Ya puestos, también me gustaría aprovechar la entrada para homenajear a Queen y a un gran artista que nos dejó hace ya mucho, pero cuyas magníficas obras siguen entre nosotros.
No ha sido nada parecido a lo que dicen los seminaristas que sienten al oír a dios, y menos mal, porque si un día me levanto escuchando voces en mi cabeza, que le den a todo, me voy directo a la planta de psiquiatría de mi hospital, que ya sé donde está y me ahorro los viajes al seminario. No, esto no tiene nada que ver, ha sido más bien como el desarrollo de una enfermedad crónica, lentamente, sin prisa y sin hacer demasiado escándalo, como el agua horadando la roca incansablemente y moldeando el paisaje con los años. Recuerdo claramente como hace 5 años, cuando comencé la carrera de medicina, me veía a mi mismo en el futuro como una especie de Dr. House -quizás no tan borde- un auténtico "todolosabe" que podría diagnosticar cualquier patología que se le pusiera por delante, ya fuese una parasitación cerebral por un gusano o una rara alteración genética... daba igual, me veía como un gran clínico. Por supuesto esto duró a lo sumo un mes, lo que tardas en darte cuenta de q...
Comentarios
Publicar un comentario